miércoles, 26 de febrero de 2014

Debate abierto: ¿la cesárea es siempre "innecesárea"?

Ahora que parece que tengo un pequeño respiro quiero abrir un pequeño debate en torno al parto, algo que ya sugerí en el artículo del nacimiento de Chip y Chop. 

Ya os conté que el ginecólogo decidió oportuno inducirlo debido a la escasez de líquido amniótico y a que yo no daba ni la más mínima señal de ponerme de parto en un espacio de tiempo prudente antes de que Chip y Chop pudieran tener algún sufrimiento en el útero. En todo momento los profesionales dieron por bueno un parto vaginal ya que Chip estaba en posición cefálica, y no sería complicado que Chop se girara una vez que estuviera fuera su hermano. Me comentaban que era mejor evitar la cesárea a toda costa por los riesgos que conlleva, la lenta recuperación de la madre, y ese largo etcétera de efectos indeseados.

Llegado el momento del parto, no tuve toda la información que hubiera querido sobre qué iba a pasar en el quirófano. Es evidente que las circunstancias se podían ir modificando en función de cómo evolucionara el parto; yo confié en todos los profesionales que allí estaban conmigo, (unas 14 personas llegué a contar, entre ginecólogos, anestesistas, neonatólogos, y no sé quién mas), y en que actuarían con la mayor de las diligencias ante cualquier posible complicación. 

Estuve completamente tumbada desde el principio, lo que dificultaba bastante los pujos. ¡Imaginaros esa clase magistral de tonificación abdominal con una enorme barriga, y dos niños en camino! Menos mal que las anestesistas me ayudaban a sujetarme la espalda en cada esfuerzo... Con Chip hubo que usar fórceps, pero en apenas 5 minutos estaba fuera. Aunque no notaba del todo las contracciones, ayudándome del monitor y de las instrucciones de los médicos, tuve un cierto control sobre los pujos y notaba perfectamente el esfuerzo que estaba haciendo. 

Samuel Kristeller, el señor que describió la maniobra en 1867
Lo complicado llegaba ahora, con Chop, en la parte superior del útero y en posición transversa. Realmente no sé qué pautas se deben seguir en estos casos, pero el equipo médico optó por presionar mi barriga desde fuera con los brazos, apretando de forma dura y constante hacia abajo mientras el otro ginecólogo intentaba coger a la niña por dentro y "arrastrarla" hacia la salida. Fueron 25 minutos de empujones, tensión, dolor (la epidural no anestesia costillas, estómago y demás), y agotamiento. Supongo que se trataba de la famosa pero nada popular "Maniobra de Kristeller", esa de la que tan mal nos han hablado siempre, desaconsejada por la OMS por los elevados riesgos de producir lesiones en la madre (desprendimiento del útero, rotura de costillas, etc.), e incluso en el bebé. En esos momentos no sabes qué pasa, no te informan, están concentrados y yo solo decía que por favor no me empujaran más la tripa. 

La cuestión es, ¿hubiera sido mejor una cesárea llegado este momento? ¿Era necesario sufrir estas maniobras con tal de evitar una cirugía? ¿Estaba realmente justificada a pesar de los riesgos? Sinceramente, no lo sé. Quiero creer que el equipo sabía plenamente lo que hacía, que en esos momentos evaluaron los pros y contras de cada acción y optaron por la "menos insegura" de las dos. Lo cierto es que mi recuperación ha sido excelente; han pasado 15 días y estoy prácticamente al 100%, no sé qué hubiera pasado si se hubiera optado por una cesárea. 

Evidentemente, estas maniobras no se reflejan en el parte médico que me dieron. ¿Porque no quieren que aparezca? ¿Porque no fue "un kristeller" como tal? ¿Porque no es relevante esta información? En su momento confié plenamente en el equipo médico y por suerte todo fue muy bien, pero ahora echando la vista atrás me pregunto si el parto podría haber sido mejorado de alguna manera, o este fue el mejor de los partos posibles. Lo cierto es que estamos todos en casa perfectamente y supongo que es en lo que debería centrarme.

martes, 25 de febrero de 2014

Mi mejor aliada: la paciencia

¡Aquí estamos de nuevo! Tengo tantas cosas que contar que no sé ni por dónde continuar. Prometí que escribiría un post sobre la parte emocional del parto, pero para eso necesito algo más de cinco minutos y un poquito de tranquilidad, pero todo llegará. 

Apenas llevamos 15 días juntos y ya tengo un sinfín de experiencias que compartir. ¡Parece que hubiera pasado un año! Si sus aprendizajes son rápidos, el mío ni os cuento. 

(Nota: Chip y Chop  tienen un sexto sentido para detectar cuándo tengo cinco minutos libres y que uso para ir al baño, comer algo, ponerme al ordenador o simplemente descansar... y arrancan a llorar sin motivo aparente, aunque acaben de comer, estén recién cambiados y bañados... Notan, claramente, que no  estoy 100% pendiente de ellos). 

A lo que iba, quisiera hablaros de cómo llevo la lactancia, de qué tal el postparto, las noches, las ayudas, papeleos... Pero antes de todo eso quisiera hablaros de mi gran aliada: la paciencia. Paciencia para interpretar los llantos, para gestionar mis emocionales hormonas, para no desesperar ante la inexperiencia y la soledad con dos recién llegados, paciencia para entender los cambios que experimenta mi cuerpo, para organizarme sin perder un rumbo, paciencia para comprender a mi pareja, para no preocuparme en exceso por las visitas médicas, paciencia para saber que todo llega, que todo se soluciona, que los problemas son solo lo importantes que queramos hacerlos, paciencia para esperar dormir alguna noche del tirón, para sonreír aún no habiendo dormido en días, para no perder los nervios en un concierto de llantos al unísono...Porque perder la paciencia es perder la batalla, ahora debo ser fuerte para gestionar este gran cambio que aún no termino de comprender. 

Y la paciencia también es imprescindible para no agobiarse ante algunas cuestiones médicas del pequeño Chip. Carlos era el que estaba en cefálica y en primera línea de salida, lo que le ha llevado a estar 9 meses semi oblicuo; si a esto sumamos el uso de los fórceps en el parto, el resultado es una tortícolis congénita y una rotura de fibras del esternocleidomastoideo derecho, que le impide tener la cabecita del todo derecha. El pronóstico es bueno, nos dicen que el hematoma se reabsorberá solo, y con un poco de rehabilitación el cuello tomará su buen rumbo. Además, el pobre tiene un poquito de frenillo en la lengua que le hace algo difícil el agarre al pecho, aunque lo consigue la mayoría de las veces y, cuando falla, una pezonera está siendo la mejor de las soluciones. 

Es curioso cómo cambia el centro de atención en poco tiempo: hace apenas unos días hablaba de mí, del embarazo y de mis cosas, y ahora todo lo que pienso (casi todo) gira en torno a lo que estos duendecillos van desarrollando cada día, desde una pequeña cuestión médica hasta un simple reflejo de sonrisa que te hace derretirte casi al momento. Sí... Sin duda este es el principio del Gran Cambio, aunque aún no sea del todo consciente de ello.

sábado, 15 de febrero de 2014

Y llegó el Gran Cambio

Ya están aquí. Carlos y Nayra, Chip y Chop ya están en casa, haciendo de las suyas y demostrando todo lo que son capaces de hacer, jeje. Como os podréis figurar, el tiempo da para más bien nada, y prometí que os contaría cómo ha sido la experiencia del parto. Aviso a navegantes: puede resultar algo impresionante por lo que, si eres muy sensible, a lo mejor prefieres obviar seguir leyendo el resto.

 Chip y Chop llegaron el 8 de febrero de madrugada con 38+5 de gestación tras un parto complicado y que, analizándolo ahora con algo de distancia, fue más duro de lo que pensaba que sería y que me pintaron en su momento. Tras una consulta de rutina, el ginecólogo consideró importante la inducción al día siguiente, ya que mi cuello del útero aún no estaba lo suficientemente acortado y a los niños les quedaba poco líquido amniótico. Obviaré los detalles sobre el hospital para un próximo post, ya que merece atención aparte.
Chip a la izquierda, y Chop a la derecha
Me ingresaron para colocarme unas tiras de prostaglandinas, lo que muchas conoceréis como "el tampax", para conseguir un ablandamiento del cuello y así después poder ponerme oxitocina y comenzar el parto tras 24 horas.Esas horas fueron realmente largas y desesperantes. Llegó el momento de la oxitocina y quedarse inmovilizada en una cama con los goteros y los dichosos monitores. ¡Qué manía le he cogido a los monitores, oye! en apenas unas horas llegaban las contracciones y el cuerpo me pedía caminar, agacharme, ¡moverme! pero nada, tenía que estar en la cama sí o sí. Con casi 5 cm pedí la bendita epidural que actuó inmediatamente haciendo mucho más llevadera la espera. Cada hora entraba gente en el paritorio a controlar tensión, goteros, temperatura, dilatación... Y llegaron las 21:30, tras dos días en cama sin moverme y sin dormir, y con 9 cm ya dilatados. ¡Qué poco quedaba! Pero Chip no bajaba al canal del parto y no se encajaba, por lo que me sugirieron ir ensayando los pujos mientras llegaba el último centímetro, o cesárea. Y allí comencé a pujar. Las 00:30, yo seguía pujando en cada contracción que cada vez era más intensa, hasta que el equipo médico me dijo que ya estaba preparada. ¡Vamos al quirófano!

Momento quirófano

A mi marido le dijeron que esperara y enseguida vendrían a por él. Mientras, ya en el quirófano, más monitores, y un sinfín de gente con mascarillas que entraba y salía, se presentaban, me pinchaban "cosas", y... ¡oh, sorpresa! Chip se había girado mirando hacia arriba y traía una vuelta de cordón. Los ginecólogos pensaban soluciones, pero nada, ¡a pujar! Lo giraron con fórceps, y en 4 ó 5 pujos estaba fuera, con 2.634 g y 48 cm. Es curioso, pero hasta en estos momentos críticos tuve sentido del humor y hasta me permitía ciertas bromas. Quien bien me conoce sabe que es mi peculiar forma de soltar adrenalina y aguantar el dolor... El dolor porque el gotero se atascó y no pasaba bien ni la epidural ni la oxitocina para seguir provocando las contracciones y traer al mundo a Chop, por lo que todo el mundo se agilizó para ponerme otra vía y enganchar los goteros por otro lado, subiendo las dosis al máximo.

 Y llegó el turno de Chop, en la parte de arriba del útero. ¿Y cómo la bajamos hasta el canal del parto? ¡Empujando desde fuera y tirando de ella por dentro! ¿Maniobra de Kristeller? De esto hablaré en otro post. "Son los pies... no, tengo las manos... espera... ¡ya!"... Exactamente igual que los reportajes de veterinarios cuando ponen un parto de un ternero. 25 minutos de empujones sobre mi barriga, manipulación interna, espátulas... Y el cuello del útero cerrándose. Vamos, como Indiana Jones cuando le persigue la bola de piedra al salir del Templo Maldito. O salía, o salía. Y así fue... No había marcha atrás ni, no sé por qué, otra opción menos sufrida, peligrosa y dolorosa. Hasta que salió Chop, con sus 2.650 g y 50 cm. 

Ya estaban aquí, y a mi marido nunca le fueron a buscar. El momento de verlos no me emocionó como esperaba, sino que me derrumbé de agotamiento. Comencé a delirar, y aún quedaba sacar las placentas. ¡El próximo que me apriete la barriga se las tendrá que ver conmigo!  En ese momento, tras una hora de incertidumbre, llegó mi marido, y fue cuando le vi cuando comencé a llorar sin parar, ajena a todo, en otro mundo, una burbuja de silencio. Mientras veía a esos "hombres y mujeres de verde" pincharme de todo y oía "el útero se deshace" (no se contraía)... Nuevo subidón de oxitocina, y asunto resuelto. Ya me podía ir a la habitación con Chip y Chop en mis brazos, exhausta, confundida, más agotada que emocionada, viviendo más en un sueño extraño que en la realidad.

Tengo muchas cosas que contaros, detalles, sensaciones... Pero el tiempo es más que oro ahora, y poco a poco iré retomando el rumbo de este blog para seguir compartiendo experiencias.

Gracias a todos los que nos habéis estado apoyando, y pendientes a cada momento de lo que estaba pasando. Ahora, a disfrutar de la recompensa.

martes, 4 de febrero de 2014

Ya vienen los Reyes

Semana 38 + 2. Ya vienen los Reyes, y espero que con el aguinaldo, jaja. Tras la revisión de esta mañana, todo el panorama emocional y racional que tenía estructurado se ha desvanecido como por arte de magia. 

Resulta que la longitud del cuello del útero aún es muy buena (29 mm), pero Chip y Chop comienzan a tener escaso líquido amniótico, por lo que el ginecólogo considera un riesgo importante esperar a que el cuello se borre solo, ya que antes de que eso sucediera los peques comenzarían a sufrir. Así que han considerado que es de menor riesgo inducir el parto ya a estas alturas. Los pesos no son malos, aunque yo esperaba que fueran algo más gorditos llegados a este punto (ambos tienen 2.700g). 

Es extraño. En general te imaginas ese momento de romper aguas, de llamar a tu marido, coger la bolsa, ir al hospital... Y en apenas 5 minutos todo eso desaparece. Mañana a primerísima hora estaré en el hospital con un volante de ingreso para que comiencen a administrarme "sustancias" que ayuden a mi cuerpo a ponerse de parto por lo que, si todo sale según lo previsto, Chip y Chop estarán entre nosotros entre mañana por la noche y el jueves. Se intentará por vía vaginal porque Chop está en cefálica, y eso da un margen importante. Y me pregunto, ya que el embarazo ha sido tan bueno, por qué mi cuerpo no reacciona solo y a tiempo para que todo termine tan bien y espontáneo como empezó. Es evidente que en estos casos hay que confiar en los profesionales, pero siempre te queda ese resquicio de duda de si es lo correcto, de si compensa asumir ciertos riesgos en pro de un supuesto bienestar para madre e hijos. Te dan una hoja para que conozcas las posibles complicaciones, te informan de cómo será el proceso... Honestamente, no me he preparado para este supuesto. Ni para otros posibles... ¡No se puede abarcar todo ni pensar en todo! Una va pensando y aprendiendo de su día a día, guiándose por cada informe, por cada ecografía, por cada visita... Y entonces es cuando de verdad comprendes que cada mujer y cada embarazo son únicos. Y cada parto, también. A la consulta la llaman de "Alto Riesgo", y les he dicho que lo ideal sería llamarlas "Consultas de Alta Incógnita", pues nunca saben qué puede pasar, y ni siquiera las estadísticas ayudan. Tú eres tú, y el resto no te afecta. 

Ahora me siento en una nube. No sé qué debería hacer esta "última tarde". ¿Recoger mejor la casa? ¿Descansar? ¿Un baño caliente? ¿Repasar la bolsa? Ayer se me ocurrió ir a cortarme el pelo, y ahora no estoy satisfecha con el resultado y me veo como un espantapájaros que mañana comenzará a recibir visitas indiscriminadamente y a hacerse fotos de todo el proceso para informar de cada detalle a la familia que está tan lejos.

Así que este es el principio del final del nuevo principio. Dejaré de ser premamá, para ser súper mamá, multimamá o mamá, a secas. Y suerte que cuento con el prepapá. Para mí, el mejor del mundo.

Intentaré pasarme por aquí lo antes posible para informaros de cómo ha ido todo, de las impresiones, de los detalles... Quién sabe si puede resultar de ayuda a otras premamás que estén en situaciones similares.