martes, 25 de febrero de 2014

Mi mejor aliada: la paciencia

¡Aquí estamos de nuevo! Tengo tantas cosas que contar que no sé ni por dónde continuar. Prometí que escribiría un post sobre la parte emocional del parto, pero para eso necesito algo más de cinco minutos y un poquito de tranquilidad, pero todo llegará. 

Apenas llevamos 15 días juntos y ya tengo un sinfín de experiencias que compartir. ¡Parece que hubiera pasado un año! Si sus aprendizajes son rápidos, el mío ni os cuento. 

(Nota: Chip y Chop  tienen un sexto sentido para detectar cuándo tengo cinco minutos libres y que uso para ir al baño, comer algo, ponerme al ordenador o simplemente descansar... y arrancan a llorar sin motivo aparente, aunque acaben de comer, estén recién cambiados y bañados... Notan, claramente, que no  estoy 100% pendiente de ellos). 

A lo que iba, quisiera hablaros de cómo llevo la lactancia, de qué tal el postparto, las noches, las ayudas, papeleos... Pero antes de todo eso quisiera hablaros de mi gran aliada: la paciencia. Paciencia para interpretar los llantos, para gestionar mis emocionales hormonas, para no desesperar ante la inexperiencia y la soledad con dos recién llegados, paciencia para entender los cambios que experimenta mi cuerpo, para organizarme sin perder un rumbo, paciencia para comprender a mi pareja, para no preocuparme en exceso por las visitas médicas, paciencia para saber que todo llega, que todo se soluciona, que los problemas son solo lo importantes que queramos hacerlos, paciencia para esperar dormir alguna noche del tirón, para sonreír aún no habiendo dormido en días, para no perder los nervios en un concierto de llantos al unísono...Porque perder la paciencia es perder la batalla, ahora debo ser fuerte para gestionar este gran cambio que aún no termino de comprender. 

Y la paciencia también es imprescindible para no agobiarse ante algunas cuestiones médicas del pequeño Chip. Carlos era el que estaba en cefálica y en primera línea de salida, lo que le ha llevado a estar 9 meses semi oblicuo; si a esto sumamos el uso de los fórceps en el parto, el resultado es una tortícolis congénita y una rotura de fibras del esternocleidomastoideo derecho, que le impide tener la cabecita del todo derecha. El pronóstico es bueno, nos dicen que el hematoma se reabsorberá solo, y con un poco de rehabilitación el cuello tomará su buen rumbo. Además, el pobre tiene un poquito de frenillo en la lengua que le hace algo difícil el agarre al pecho, aunque lo consigue la mayoría de las veces y, cuando falla, una pezonera está siendo la mejor de las soluciones. 

Es curioso cómo cambia el centro de atención en poco tiempo: hace apenas unos días hablaba de mí, del embarazo y de mis cosas, y ahora todo lo que pienso (casi todo) gira en torno a lo que estos duendecillos van desarrollando cada día, desde una pequeña cuestión médica hasta un simple reflejo de sonrisa que te hace derretirte casi al momento. Sí... Sin duda este es el principio del Gran Cambio, aunque aún no sea del todo consciente de ello.

4 comentarios:

  1. PUes nada guapa paciencia y organización que el caos del principio pasa enseguida... un besote

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  2. Animo Belén!
    La verdad es que te admiro un montón. Mantener esa cordura y tener esa capacidad de perspectiva con el caos de las primeras semanas tiene mucho mérito.
    Seguro que lo de Chip se cura en seguida, los bebés tienen una capacidad de recuperación asombrosa.
    Un besito y ánimo

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    1. ¡Hola! Supongo que todo en esta vida es cuestión de relativizar, aunque cueste. Como me decía una amiga mía, si tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si no la tiene, ¿para qué preocuparse? Parece una frase sencilla pero ¡funciona! :P

      Ya os iré contando qué pasa con Chip.

      ¡Un abrazote!

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